El pasado jueves las Bodegas Alta Alella organizaron una velada de vinos y literatura para presentar el último libro del autor Sergi Pàmies (París, 1960), “Cançons d’amor i de pluja” (“Canciones de amor y de lluvia” – Quaderns Crema). El acto, presentado por la periodista Montse Serra e introducido por el co-propietario de la bodega, Josep Mª Pujol Busquets, contó con la presencia de Pàmies y fue un auténtico maridaje entre los vinos de Alella y el realismo costumbrista de este autor. Según Busquets, veladas como la del jueves, enmarcada en el ciclo “Literatura amb els cinc sentits”, evocan los simposium, donde los griegos se reunían, bebían vino y discutían animadamente sobre sus preocupaciones. «El propósito es poder hablar del vino de una forma desacomplejada, como Sergi Pàmies habla de fútbol en sus artículos», comenta Busquets. En este sentido, Sergi Pàmies criticó la nueva retórica que se ha creado alrededor de los vinos y reivindicó un lenguaje más cercano y menos pedante que, en vez de acomplejar a los posibles consumidores, los ayude a comprender la esencia de cada vino. Para Pàmies, el vino acaba siendo como la literatura, pierde su sentido si se concibe o se presenta sin tener en cuenta que tiene que ser consumida.
En el acto se sirvieron un cava rosado (Laietà Rosé) y el archiconocido vino dulce de Alta Alella (Dolç Mataró), a medida que Pàmies, ayudado por un aforo conocedor de su literatura, fue desgranando sus historias personales, ligadas a un muy autobiográfico libro de relatos breves.
El formato del cuento es un género en el que, sin duda, Pàmies se siente muy cómodo, porque le permite exponer una idea o un recuerdo y, al instante, generar una sensación o una duda en el lector. Para Pàmies, el cuento es «un trabajo atlético, como una carrera de los 100 metros lisos, donde no hay tiempo ni lugar para titubeos, a diferencia de una novela, donde uno se puede permitir los altibajos. En el cuento lo prioritario es llegar cuanto antes al objetivo», dice el autor. Por la brevedad del relato y por su estructura a veces poco narrativa, Pàmies equipara estas piezas con canciones, de amor por lo que le evocan los temas que trata (familia y recuerdos personales). También hace un guiño a la idea del teatro romántico por la que cualquier escena de enamoramiento sucedía bajo la lluvia.
Preguntado por los temas que escoge para vertebrar sus relatos, él responde que, como dice Serrat, “coge lo que uno encuentra por la calle”, refiriéndose a que rehuye de los argumentos universales y se nutre de anécdotas, juegos de palabras o de recuerdos de su juventud.
Precisamente, Sergi Pàmies acude a esta cita en Alta Alella en plena madurez literaria y personal, que le sobrevino a los 40, cuando empezó a «recibir a diario en su casa contenedores cargados de responsabilidad», dice, después de una etapa de obras más frívolas y menos introspectivas. Coincidiendo con la reciente muerte de su padre y, más tarde, la de su madre, ha ido rindiendo cuentas con el legado familiar, por más que a priori quisiera seguir una senda alejada de la huella política de apellidos como López Raimundo o Pàmies (padre y madre respectivamente). Con esta nueva etapa literaria, Pàmies explica que “ha aprendido a aplicar el principio de naturalidad en el lenguaje, ha ido perdiendo maquillaje y prejuicios a medida que ha ido ganando oficio”.
«Cançons d’amor i de pluja» consta de 26 cuentos en los que Pàmies, muy al estilo de sus obras recientes, expone un mosaico de reflexiones personales sobre la familia, sus recuerdos y otras historias. La muerte de su madre, la escritoria Teresa Pàmies, centra la atención de alguno de los relatos, como “Fu Manxú (segundo cuento de “Dos cotxes mal aparcats”). En este relato autobiográfico recupera con algunas variaciones una anécdota de la Guerra Civil en Barcelona que su madre incluyó en “Quan érem capitans” (2000, Edicions Proa) y describe, posteriormente, el ocaso de un personaje “público y dominante”, su madre, que “hacía punto de media como quien respiraba, mientras hablaba de política, de Mourinho o del Oro de Moscú”.